¿Quién quiere ser funcionario?


Tranquilos. No voy a hacer una defensa a ultranza del noble oficio de empleado público. Tampoco voy a dedicarme a hacer lo contrario. Ni siquiera voy a mencionar los recortes anunciados la semana pasada por Rajoy y su efecto sobre los incentivos a ser empleado público.

Más bien quiero ilustrar tres situaciones reveladoras sobre el empleo público y su relación con la innovación.

Recientemente el Tribunal Supremo ha condenado al SAS (Servicio Andaluz de Salud) a modificar su modelo de carrera profesional de los médicos que trabajan en este organismo (por tanto, empleados públicos). La condena del alto tribunal exige la supresión de la carrera profesional el carácter reversible, obligándola a que, a partir de ahora, sea irreversible. Esta circunstancia puede parecer inocente, pero constituye un paso atrás en el mecanismo de incentivos que es la carrera profesional. Los individuos sometidos a un sistema de promoción irreversible tenderán a desmotivarse una vez alcancen el máximo nivel, o cuando consideren que el esfuerzo para subir al siguiente nivel no les resulta rentable (Teoría del Capital Humano). 

Dado que ningún médico podrá ser descendido de nivel, el riesgo moral hará que los médicos andaluces opten por esforzarse menos de lo que sería óptimo. Creo que esta decisión del TS acabará repercutiendo sobre la innovación en los hospitales de Andalucía, ya que no la actividad investigadora es una de las actividades que se tienen en cuenta para ascender al siguiente nivel.

Nota: Hay que decir que el TS ha sentenciado en este sentido porque existe una ley estatal que obliga a que todos los modelos de carrera profesional sean irreversibles. 


Ahora vayamos al otro lado del charco…. Hace unos días recibí una oferta de empleo a través de una de las listas en las que estoy suscrito. El puesto de trabajo en cuestión tiene el siguiente perfil:

- "National Institute of Mental Health", es decir, un organismo público, busca un "Director de Comunicación del Instituto" que se encargará de la oficina de difusión y prensa del mencionado instituto. Se pide ser una persona excepcionalmente talentosa, creativa, motivada… Para acceder al puesto no hay que hacer una oposición sino presentar el CV y responder un cuestionario on line. El candidato seleccionado tendrá un año de prueba

Y olvidaba lo mejor de todo. El afortunado candidato cobrará 150.000 $ / año más beneficios.

Nota: el puesto ya no está disponible y, lamentablemente, sólo podían concurrir ciudadanos norteamericanos [http://www.usajobs.gov/GetJob/ViewDetails/320362600#]

Volvamos a la península ibérica. Bilbao, junio de 2012. Oposiciones para el Gobierno Vasco. 18.000 sillas, 70.000 candidatos para 2.000 empleos públicos. La convocatoria de oposición más masiva que se haya hecho hasta ahora.



Reconozco que al ver las imágenes de los opositores en la inmensa sala, me pregunté si no deberíamos hacer las cosas de otro modo. No parece muy productivo que 70.000 cerebros se centren en preparar una oposición. ¿Cuántos potenciales innovadores habría entre ellos? ¿Cuántas buenas ideas se han perdido para siempre? ¿Cuántos rescates hacen falta para que empecemos a pensar diferente?

Y sobre la pregunta que sirve de título a este post, parece que alguien mucho más acertado que yo ha sabido responderla ;-)


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